Applegate, MI, fundada a finales del siglo XIX por familias agrícolas que buscaban tierras fértiles, conserva el encanto de un pueblo pequeño donde los comercios locales, las iglesias históricas y los parques comunitarios marcan el ritmo del día a día y está rodeada de campos de cultivo, bosques y lagos cercanos, la zona ofrece paisajes cambiantes a lo largo de las cuatro estaciones, con inviernos con nieve que invitan a reuniones cálidas y veranos templados ideales para actividades al aire libre. Los vecinos se distinguen por una hospitalidad discreta y un fuerte sentido de comunidad, con eventos vecinales y mercados que celebran la diversidad cultural, y conviven con prácticas tradicionales respetuosas vinculadas a botánicas, como el uso de hierbas, velas, limpias y lectura de cartas, que forman parte del tejido cultural sin prometer resultados, lo que refuerza la sensación de un lugar vivo y acogedor.